El Hombre y la Cultura

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Introducción


Si emprendieras un viaje por el tiempo, al llegar a otra época, te darías cuenta de que muchos rasgos de tu personalidad en realidad lo son de la cultura en la que has vivido. Tal vez conociste los teléfonos de disco en los que marcabas con un mecanismo giratorio; sin embargo, ahora empleas la marcación de voz o digital en la pantalla cromática de tu celular.

La cultura cambia en el tiempo y también con el lugar. Imagina la conmoción del encuentro entre un chico citadino y un su abuelo quien siempre hubiera vivido en las montañas. En casa del viejo, el joven estaría al borde de la histeria al no poder utilizar su celular; el abuelo, por su parte, no entendería la razón de tal angustia.

La cultura conforma al ser humano, ya que es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o un grupo social; engloba las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.

No obstante, también el hombre crea a la cultura, a través de sus principales productos: lenguaje, sociedad y conocimiento. El hombre se relaciona e interactúa con otros, al tiempo que busca y establece las condiciones para vivir y trascender en la historia. ¿Te habías concebido como producto y productor de cultura? Te invitamos a estudiar este tema para que comprendas esta relación.



Se mira de perfil el torno de un hombre trajeado con el puño hacia el frente, de donde salen algunos gráficos que evocan creación.


(s. a.) (s. f.). Creación [fotografía]. Tomada de http://fcasua.contad.unam.mx/apuntes/interiores/docs/20172/administracion/1/apunte/LA_1156_20056_A_Teoria_del_Conocimiento.pdf

El estudio de este tema te permitirá:

Reconocer las principales características del término cultura, considerando sus principales productos —lenguaje, sociedad y conocimiento—, a fin de considerar la interacción hombre-cultura.

El ser humano: producto y productor de la cultura


La cultura es un sistema, un todo integrado de pautas de conducta aprendidas; es el resultado de la invención social que se transmite y conserva a través de la comunicación y el lenguaje (Martínez y Ojeda, 2010, pp. 16-17); surge ante la necesidad de reunir o caracterizar aspectos o elementos comunes de las formas de comportamiento del ser humano; y el comportamiento es, en gran medida, resultado de una serie de aprendizajes. Con el tiempo, el hombre adquiere algo que lo distingue del resto de las especies: su capacidad de generar cultura que, a la vez, es producto de un aprendizaje en la misma sociedad. Cultura es el modo de vida de un pueblo; sociedad es el agregado de individuos que siguen una misma forma de vida (Martínez y Ojeda, 2010, p. 24). Bolívar (2013) ofrece algunas descripciones sobre el término cultura:


Definición de la cultura

El término cultura surge en la Roma antigua como traducción del griego paideia (“crianza de los niños”), con la noción de “cultivo de la humanitas”, que fue entendida de la siguiente manera: la relación de las comunidades grecorromanas con los dioses tutelares de su mundo; conjunto de costumbres, artes y sabiduría generadas en ese mundo, como la actividad del espíritu (noûs) metafísico encarnado en la vida humana.


Norbert Elias, en su obra Sobre el proceso de la civilización, confronta los conceptos cultura y civilización.


Kant concibe que ser “civilizado” implica “reducir la moralidad a un mero manejo externo de los usos o las formas que rigen el buen comportamiento en las cortes de estilo versallesco”, sin tomar en cuenta el contenido ético que las pudo haber vivificado en un tiempo. Ser “culto”, en cambio, es poder “crear nuevas formas a partir de contenidos inéditos”.


Ante el concepto “civilización” dado en el entorno de la Francia napoleónica —que asume, sin más, la innovación técnica y social, marginando la tradición y la herencia espiritual—, el romanticismo alemán entiende la cultura desde la noción de “espíritu” y como fundamento popular de toda cultura (pp. 26-40).





… da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella, discernimos los valores y efectuamos opciones, nos expresamos, tomamos conciencia de nosotros mismos, nos reconocemos como un proyecto inacabado, ponemos en cuestión nuestras propias realizaciones, buscamos incansablemente nuevas significaciones y creamos obras que nos trascienden.

… el ser humano nace y se desarrolla dentro de un contexto determinado; es producto de una cultura que asimila, enriquece y transforma, conformada de elementos materiales e inmateriales que lo identifican y le dan sentido, en el marco de una colectividad específica a la que pertenece: conocimientos, conceptos, tradiciones, cosmovisiones, valores, lenguaje, técnicas, vestimenta, alimento, folclor, vivienda, etc.

… conlleva una carga de pertenencia, le confiere al ser humano un sentimiento que lo hace persona singular. La historia, la memoria, la transmisión de formas de vida, objetos, construcciones, comportamientos, etc., nutren un patrimonio cultural que integra al hombre en una colectividad particular:

      La identidad supone un reconocimiento y apropiación de la memoria histórica, del pasado, un pasado que puede ser reconstruido o reinventado, pero que es conocido y apropiado por todos. El valorar, restaurar, proteger el patrimonio cultural es un indicador claro de la recuperación, reinvención y apropiación de una identidad cultural (Molano, 2007).


Hablar de cultura conlleva a temas fundamentales como identidad, minorías, globalización, etnocentrismo, discriminación, xenofobia, racismo, tolerancia, inclusión, respeto y diversidad. Según Simmel (2011), existe un “conflicto de la cultura moderna”: “producimos una y otra vez cultura, objetos culturales, pero luego esos objetos nos condicionan y determinan, al grado de rebasarnos y dominarnos […] la vida cultural […] es creadora o se apropia de lo creado” (p. 67). Entonces, el hombre como resultado o producto de la cultura ofrece una serie de paradojas que exigen una revisión atenta en diversos ámbitos, como el administrativo, económico y tecnológico.

Actividad 1. Sobre el concepto de cultura

La cultura es resultado de diferentes aspectos sociales, políticos o económicos. En esta actividad, identificarás las principales características del concepto.

A continuación, arrastra la palabra que completa adecuadamente las oraciones que se te presentan.

Lenguaje, sociedad y conocimiento: productos de la cultura


El hombre crea cultura y es resultado de ésta; afianza su condición histórica en la medida que, en interacción con sus semejantes, mediante actos y palabras, busca trascender, crear, dejar huellas imborrables a pesar de su inmortalidad individual (Arendt, 1957, p. 31).

Arendt (1957) señala que la vida activa del hombre se realiza en tres dimensiones: labor, trabajo y acción, las cuales se vinculan con la condición más general: nacimiento, muerte, natalidad y mortalidad. La labor garantiza la supervivencia individual y la de la especie. En cuanto al trabajo y “su producto artificial hecho por el hombre”, entraña una “medida de permanencia y durabilidad a la futilidad de la vida mortal y al efímero carácter del tiempo humano”. La acción establece y preserva los cuerpos políticos y sienta las bases para el recuerdo, para la historia. Ahora revisemos las características de cada una de estas tres dimensiones:



Es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales, producidas y alimentadas por el proceso de la vida. La labor de la condición humana es la misma vida. Labores son las actividades que nos permiten sobrevivir, lo que necesitamos realizar, indiscutiblemente, para permanecer biológicamente —alimentarnos, guarecernos, etc.—.

labor_t1 plato de cereal y mano con cuchara llena de cereal.

(s. a.) (2016). Desayuno [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/en/breakfast-cereals-milk-spoon-meals-1149903/

Corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre, que no está inmerso en el constantemente repetido ciclo vital de la especie, ni cuya mortalidad queda compensada por dicho ciclo; proporciona un “artificial” mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales. La condición humana del trabajo es la mundanidad, comprende, pues, lo que se fabrica como artificio y va más allá de la necesidad; puede implicar una ganancia.

Torso de perfil de mujer sentada ante laptop, teclea y al fondo, sobre la mesa de madera, se ve un vaso de café y, al frente, un libro abierto.

(s. a.) (2015). Trabajo [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/en/student-typing-keyboard-text-woman-849825/

Única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el hombre, vivan en la Tierra y habiten en el mundo. La pluralidad es la condición de la acción humana debido a que todos somos humanos y, por tanto, nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá (Cruz, Escobar, Peña, y Pérez, 2017).

Multitud de mujeres, al frente un hombre, con carteles en marcha.

(s. a.) (2017). Marcha [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/en/poland-politics-protest-women-2537067/

De las tres actividades, la acción es la actividad política por excelencia, va más allá de los fines utilitarios; evidencia que cada persona que viene a este mundo es una posible nueva creación (Arendt, 1957, p. 23).



La acción mantiene la más estrecha relación con la condición humana de la natalidad; el nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo sólo porque el recién llegado posee la capacidad de empezar algo nuevo, es decir, de actuar. En este sentido de iniciativa, un elemento de acción, y por lo tanto de natalidad, es inherente a todas las actividades humanas. Más aún, ya que la acción es la actividad política por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoría central del pensamiento político, diferenciado del metafísico.


Estos modos de vida del hombre, de alguna manera, remiten a los productos de la cultura (Arendt, 1957, p. 26) que, junto con las actividades, son los que permiten al hombre crear cultura y ser resultado de ella. El hombre afianza su condición histórica en la medida que, en interacción con sus semejantes, mediante actos y palabras, busca trascender, crear:

      […] por su habilidad en dejar huellas imborrables, los hombres, a pesar de su mortalidad individual, alcanzan su propia inmortalidad y demuestran ser de naturaleza divina. La distinción entre hombre y animal se observa en la propia especie humana: sólo los mejores, quienes constantemente se demuestran ser los mejores y prefieren la fama inmortal a las cosas mortales, son verdaderamente humanos (Arendt, 1957, p. 31).


¿De qué manera el hombre logra dejar esas huellas imborrables?
¿Cuáles son los productos de la cultura que le permiten trascender?

Lenguaje


Comúnmente entendido como la facultad o capacidad para comunicar, el lenguaje humano se da a partir de la utilización de signos diversos que pueden ser interpretados como resultado de un consenso, formal o informal, entre quienes se comunican. Las múltiples situaciones comunicativas —palabra hablada o escrita, mímica, gestos, incluso silencios— son concreciones del lenguaje. Gimate (1994) señala como rasgos más significativos del lenguaje humano los siguientes:





3 hojas de carta antigua sobre una superficie de madera


Fuerza creadora Recoge las experiencias y sabiduría de generaciones pasadas; el hombre no sólo piensa en un lenguaje, sino en que el lenguaje refleja su entorno, su percepción.
Sonido Conjunta sonidos articulados.
Lineal Se compone de signos y sonidos articulados en cadena, de modo que sea posible codificarlos.
Sistemático Al ser lineal, se puede representar por una cadena de símbolos fonológicos que corresponden a las unidades del sistema que se combinan entre sí, con base en reglas del propio sistema.
Sistema de sistemas Se ajusta a secuencias y combinaciones, las cuales interactúan en diversos niveles fonológicos, sintácticos y semánticos.
Arbitrario No hay coincidencia entre el signo y el objeto que denomina ese signo, si acaso en las onomatopeyas parece superarse esta arbitrariedad.
Convencional Llega a codificarse a través del tiempo, según una especie de acuerdo en la comunidad o masa parlante; los hablantes inducen cambios lexicales, prosódicos, de significado, etc., factores que le dan un carácter dinámico y vivo.


La lengua o idioma es un elemento del lenguaje y un rasgo exclusivamente humano que se compone por un sistema de signos lingüísticos. La utilización de signos comunes entre sujetos conlleva la posibilidad de elegirlos —los hablantes los instituyen, cambian y corrigen—, combinarlos, reiterarlos o modificarlos en contextos diversos. Gracias a estos signos, además, se comparten los conocimientos. Sin el lenguaje, sería imposible comunicar lo observado, lo investigado, lo problematizado; no habría interrogantes, soluciones ni respuestas. Las palabras, parte del lenguaje, concretan el conocimiento. De Saussure vincula y distingue lenguaje y lengua.



Lengua

“La lengua es un producto social de la facultad del lenguaje, y al mismo tiempo un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad entre los individuos. Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; relacionado con dominios diferentes —el físico, el fisiológico, el psíquico—, pertenece también al dominio individual y al dominio social” (Abbagnano, 1996, p. 722)

Lenguaje

El lenguaje es aprendido, no instintivo: un instrumento más del hombre. Es un producto o legado cultural, “herencia cultural y expresión del grupo que lo genera” (Gimate, 1994, p. 20). Gracias al lenguaje, en todas sus manifestaciones —palabra hablada, escrita o gestual, icónica—, nos presentamos al mundo. La comunicación nos hace coexistir, vincularnos: “Los hombres forman una comunidad precisamente porque se comunican, esto es, porque pueden participar recíprocamente de sus modos de ser, que de tal manera adquieren nuevos e imprevisibles significados” (Abbagnano, 1996, p. 187).



Por otro lado, en el lenguaje hay una lógica que, además de atender elementos formales, gramaticales, sintácticos, conlleva un grado de verdad o simulación. Desde el marco y contexto donde se producen, el lenguaje desvela la realidad, en tanto a que es un instrumento para representar la realidad; no se limita a un mero planteamiento de ideas o pensamientos: “[…] constituye un instrumento para representar la realidad; entonces, el análisis del lenguaje puede informarnos sobre la naturaleza de la realidad” (Íñiguez, 2013, p. 27). Dicho de otra manera, “miramos” los discursos, lo que decimos o dicen otros para escudriñar y entender. Con nuestras palabras, generamos una cultura (Íñiguez, 2013, p. 37).



En tanto que acción sobre el mundo, el lenguaje es también, consecuentemente, acción sobre los demás, llegando a constituir incluso uno de los principales instrumentos a los que recurrimos para incidir, con mayor o menor éxito según las circunstancias, sobre nuestros semejantes. La toma en consideración de esta propiedad del lenguaje ha contribuido a renovar el interés que ya mostrara Aristóteles por la retórica, así como a avivar la sensibilidad hacia los efectos sociopolíticos y psicológicos que emanan de las distintas prácticas discursivas, prestando especial atención, por ejemplo, a las construcciones lingüísticas sexistas, racistas o, más generalmente, estigmatizantes.







El concepto de sociedad ofrece al menos tres acepciones (Abbagnano, 1996, pp. 1087-1089):



Los filósofos estoicos afirmaron que el hombre nace para agregarse a otros en sociedad y crear la comunidad del género humano; en otras palabras, el hombre es en comunidad y en interrelación con los otros, a partir de una sociabilidad pacífica que le permite alcanzar ciertas finalidades: trabajar, laborar y actuar. Así percibida, la sociedad ha sido estudiada por autores como Max Weber, para quien la acción social se da “conforme a ordenamientos deliberados y relativamente constantes”. Durkheim la interpreta como una serie de formas de actuar impuestas por agentes externos, concretadas en normas que generan las instituciones. El hombre interactúa en instituciones que acotan sus acciones e interacciones; por ejemplo, toda empresa tiene políticas, valores, criterios de interacción del personal y colaboradores, etc.

La sociedad viene a ser un súper organismo. Esta analogía sociedad-organismo se encuentra ya, por ejemplo, en las polis griegas o en los estoicos, para quienes la sociedad entera es la comunidad de seres racionales. Siguiendo esta concepción, Comte observa a la sociedad como un organismo colectivo. Spencer juzga como súper orgánica la evolución que conduce a la sociedad; también describe a la sociedad a manera de un organismo que “vive y siente sólo en los individuos que la componen”.

Éste sería el sentido de expresiones del tipo sociedad comercial, científica, etc







Más allá de las definiciones, es en sociedad que interactuamos y comunicamos; somos seres simbólicos, compartimos ideas, objetos y significaciones (Bolívar, 2013).



Conocimiento


3 hojas de carta antigua sobre una superficie de madera

El conocimiento es un proceso que permite al hombre expresar su conciencia y la realidad o contexto en el que él mismo aparece como objeto de estudio; es producto social y resultado de las múltiples acciones humanas; asimismo, se entiende como una actividad por la que los sujetos entran en relación con la realidad.

Desde una visión tradicional o clásica, el conocimiento es la relación entre un sujeto que conoce y un objeto que es conocido por aquél. Entre sujeto y objeto media una representación o imagen. El sujeto aprehende al objeto: “Puesto que el conocimiento es una determinación del sujeto por el objeto, queda dicho que el sujeto se conduce receptivamente frente al objeto. Esta receptividad no significa, empero, pasividad” (Hessen, 2001, p. 59).


Como producto cultural, toca al lenguaje lo filosófico y lo social. En particular, se ha hecho hincapié en la centralidad del discurso, de la palabra, como elemento crucial en la transmisión y socialización del conocimiento, por lo que se acentúan actualmente la narratividad, la dialógica, la hermenéutica, el análisis conversacional y retórico; la palabra aparece como un elemento que todas las ciencias humanas y sociales deben interrogar para establecer su propio estatus epistemológico y para forjar un entendimiento de sí mismas (Iñiguez, 2013, p. 38).

En este tema, has reconocido las principales características del término cultura como un aspecto esencial que determina los modos de vida y las actividades que realiza el hombre día a día y cómo, a su vez, éste influye en aquélla a través de tres productos culturales: lenguaje, sociedad y conocimiento. Al distinguir los elementos que conforman la cultura, con base en su génesis y sus productos, descubriste tu conocimiento como la esencia que determina tu modo de vida.



Actividad 2. Los productos culturales principales

Los principales productos culturales son el lenguaje, la sociedad y el conocimiento, a través de los cuales el hombre trasciende y deja huella a través de la historia. A continuación, identificarás rasgos o características de los mismos.

Arrastra el nombre de cada uno de los productos culturales hacia la definición que le corresponde.

Autoevaluación 1. El concepto de cultura y sus tres principales productos

La cultura es un concepto que implica varios niveles y en los cuales la relación sujeto-objeto es primordial. En este contexto, los principales productos culturales —lenguaje, conocimiento y sociedad— ayudan a contener y conformar día a día a la cultura misma.

En esta actividad, identificarás si efectivamente te has apropiado de los conocimientos sobre el tema, identificando la veracidad de las aseveraciones que se presentan a continuación.

Indica si los siguientes enunciados son verdaderos o falsos.

Fuentes de información

Bibliografía

Abbagnano, N. (1996). Diccionario de filosofía. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Bolívar, E. (2013). Definición de la cultura. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Gimate, A. (1994). Introducción a la lingüística. Modelos y reflexiones actuales. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica

Hessen, J. (2001). Teoría del conocimiento. Madrid: Espasa Calpe.

Iñiguez, L. (2013). El giro lingüístico. Barcelona: Editorial UOC.

Martínez, C. y Ojeda, M. N. (2010). Antropología: la cultura. Washington, D. C.: Firmas Press.

Simmel, G. (2011). El conflicto de la cultura moderna. Córdoba, Argentina: Editorial Brujas.



Documentos electrónicos

Arendt, H. (1957). Labor, trabajo y acción. Una conferencia. Consultado el 5 de septiembre de 2017 de https://cristianorodriguesdotcom.files.wordpress.com/2013/05/arendt-labor.pdf

Cruz, L. A., Escobar, J. A., Peña, M. y Pérez, Y. (2017). Teoría del conocimiento. Ciudad de México: Facultad de Contaduría y Administración-UNAM. Consultado el 5 de septiembre de 2017 de http://fcasua.contad.unam.mx/apuntes/interiores/docs/20181/contaduria/1/LC_1156_21087_A_Teoria_Conocimiento_Plan2016.pdf

Molano, O. (2007, mayo). Identidad cultural un concepto que evoluciona. Opera, (7), 64-89. Consultado el 5 de septiembre de 2017 de http://www.redalyc.org/pdf/675/67500705.pdf


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